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«SABTIEM, BRACIATRICES, BREWSTERS Y OTRAS TANTAS CERVECERAS» (Parte I)

Por María Lozano Añino

Hasta hace no mucho, si tecleábamos en Google las palabras “mujer y cerveza”, saltaban a la
pantalla cientos de clichés sexistas. Algunos de estos ejemplos los hemos visto incluso en
insignes manuales para emprendedores cerveceros. No obstante, esto no es más que un estilo
publicitario de una época añeja que no merece mayor atención, porque el verdadero vínculo
que une estas dos palabras engloba 7 u 8.000 años, quizás varios miles más.

Muchas veces me han preguntado cuando empezaron las mujeres a hacer cerveza. Si
representamos en una gráfica el tiempo que han estado detrás de esos calderos, y observamos
los exiguos periodos en blanco, quizá la pregunta debería ser, «¿desde cuándo dejaron de
hacerla?
”. Por lo que ahí va este pequeño y muy condensado homenaje a todas esas
mujeres que hicieron posible que esta bebida haya podido llegar a ser mucho más que eso.


Las respuestas son difusas, tal vez porque arqueólogos e historiadores no han buscado hasta
ahora en la dirección correcta y hablar de cereales en el principio de los tiempos, era hablar de
gachas y pan. A partir de un simposio en los 70 celebrado en Estados Unidos, en el que se
debatió ferozmente qué fue antes, si el pan o la cerveza, aparecieron estudios muy
pormenorizados que indagan en los orígenes de esta bebida, siendo éste el momento culmen
de investigación, por lo que es de prever que a partir de ahora van a salir a la luz datos muy
interesantes. Véase la trayectoria del llamado arqueólogo de la cerveza, Patrick Mc Govern,
que además de llevar a cabo increíbles trabajos de investigación en diversos yacimientos, tiene
aún tiempo para recrear cervezas históricas con el señor Callagione, en Dogfish Head.


Durante mucho tiempo se consideró que en los primeros asentamientos humanos en la actual
zona de Irán- Irak fue donde se desarrolló toda esta cultura de la fermentación, en una zona
conocida como Creciente Fértil. Domesticaron cultivos y animales y desarrollaron
innumerables técnicas que mejoraban la vida. En el terreno culinario, pronto se empezaron a
emplear técnicas como el hervor, el enfriado, el especiado, incluso el macerado. Se aprendió a
germinar los brotes y a fermentar alimentos y bebidas, por lo que dar el salto a hacer cerveza
no debió hacerse esperar.


Posteriormente se encontrarían en Jiahu, China, evidencias de ciertas bebidas fermentadas
tipo grogs a caballo entre hidromiel y cerveza entorno al 7.000 a.C. En España también se
descubren restos de producción de cerveza, los más antiguos de Europa, en la Cova de Can
Sadurní en Begas, Barcelona, datados entre 5500-400 a.C.. Desde las Islas Orcadas en Escocia
hasta el valle del Nilo, se han encontrado indicios de fermentación en el neolítico, con técnicas
de elaboración similares.


Y las mujeres, aunque se cree que desarrollaban prácticamente las mismas actividades que los
hombres, eran las personas que más tiempo pasaban en el entorno doméstico por la crianza de los hijos. En periodos de lactancia, se mantenían cerca de ellos, pudiendo alejarse sólo la
distancia que permitía escuchar sus llantos. Aquello les proporcionó tiempo para observar y
solventar infinidad de problemas de su vida diaria, impulsando todas las técnicas con las que
transformar los alimentos.


Cualquier individuo del clan podría haber realizado estas actividades. Pero hay una actividad
que se atribuye directamente a las mujeres de todo este periodo y es la molienda. Se sabe con
certeza por la huella característica de erosión en los codos de muchas mujeres neolíticas
actualmente analizadas. Sólo en mujeres. Y se han encontrado pruebas de distintos tipos de
molienda: aquella que pasaban someramente la piedra para quebrar la cáscara de granos
malteados, (sí, ya en la prehistoria se malteaba), o bien una molienda a conciencia para
obtener harinas, dándole esto más chicha al debate pan vs cerveza.

Las mismas técnicas, los mismos ingredientes y siempre las mujeres como
protagonistas.

María Lozano Añino

Por otro lado, existen aún hoy tribus que por increíble que parezca, viven exactamente igual
que en el neolítico. Observarlas supone abrir todo un portal en el tiempo. Las mujeres de
muchas de ellas siguen haciendo cerveza igual que lo hacían sus predecesoras. Un ejemplo es
el de las mujeres del Amazonas que, sentadas en círculos mastican cereales para fermentar el
mosto, técnica que igualmente empleaban las chicheras para hacer chicha en América del Sur
y América Central desde tiempos inmemoriales. Otras mujeres de etnias milenarias como las
joräis vietnamitas, las doloteras de Burkina Fasso o Mali, las cerveceras de Assam en India o las
jíbaras de Perú o Ecuador, siguen haciendo cerveza en la misma forma en que la hacían sus
antepasadas. Las mismas técnicas, los mismos ingredientes y siempre las mujeres como
protagonistas.


Así pues, estando la historia plagada de pasajes, himnos y leyendas en los que diosas y mujeres
fueron cerveceras, resulta más inevitable que plausible el que lo vinieran haciendo desde el
principio de los tiempos, por lo que es cuestión de tiempo que la historia se reescriba
otorgándoles el lugar que les corresponde.

Primera Parte: PRIMERAS CIVILIZACIONES

En el sur, en la región de Súmer, la cerveza o ka ya era cosa seria. En su afán por controlar los recursos, el estado creó una intensa burocracia que dejó registro de toda transacción económica. La cerveza había dejado de ser un producto doméstico de los asentamientos rurales y empezaba a formar parte de un incipiente mercado que abastecía a todas las clases sociales, por tanto, debía ser objeto de control y regulación. Y así se refleja en las más de cien tablillas encontradas que hacen referencia a todo lo relativo a su producción.

Las mujeres elaboraban la cerveza en sus casas para consumo diario, pero el excedente, que se agriaba con facilidad, se vendía a familias vecinas. Algunas instalaron una especie de mostrador en las ventanas y evolucionaron a tabernas (és-dam) o casas de cerveza (é-kas), que no eran más que lugares de reunión de la comunidad. Muchas emplearon su dote en montar estos negocios, siendo lugares de encuentro que incorporaron música, danza e incluso alojamiento.

Surge así la figura de la cervecera y tabernera que al igual que las Sabtiem (las sacerdotisas que habitaban los templos), proveían a la comunidad del líquido que elevaba el espíritu y permitía hablar con los dioses, por lo que gozaban de muy buena reputación. Muchos textos clásicos sugieren que las tabernas eran prostíbulos. Aunque es cierto que los sumerios practicaban sexo abiertamente a tenor de las representaciones explícitas encontradas, la prostitución no fue ni de lejos la profesión más antigua del mundo.

A las taberneras acudían muchos a pedir consejo, considerándolas casi sabias. Muestra de ello es el fragmento de las versiones más antiguas de la Épica de Gilgamesh, primer relato épico de la historia. En la tablilla XII, el aventurero pide consejo a Siduri, que regentaba nada más y
nada menos que la taberna de la puerta del inframundo. Ahí es nada. Aunque el pasaje es breve, sus palabras introducen el concepto del carpe diem y de la vida sencilla.

Relieve de Kubaba, reina de la tercera dinastía de Kish

Un caso notable es el de Kubaba, la única mujer que aparece en la larga lista de los reyes sumerios. Aunque la lista es tremendamente imprecisa, e incluye dioses, seres mitológicos o reyes, en la tercera dinastía de Kish aparece la primera referencia en la historia de una reina.

Kubaba era una reconocida maestra cervecera al frente de una nada modesta fábrica, con taberna, que le hizo ganar mucho dinero y posicionarse en su ciudad. De hecho, en la lista se especifica su oficio de tabernera. Parece que fue tan generosa y diligente, que todo el mundo la apreciaba. Cómo pasó de cervecera a reina es algo con lo que se sigue especulando, pero parece que fue intercesión del dios Marduk en premio a su generosidad. Durante su reinado fue muy querida y respetada, ya que hizo prosperar notablemente la ciudad, no registrándose ni una sola guerra en su transcurso.

Estatuilla de Ninkasi. Diosa sumeria
de la cerveza

Pero sin duda la cervecera más conocida de Mesopotamia es Ninkasi, una diosa menor, también llamada la Señora que llena la boca. Con un origen bien retorcido, que invito a buscar, esta diosa vigilaba y protegía el proceso de elaboración de las sacerdotisas en los templos, “trabajando” a su vez como maestra cervecera de los dioses, al igual que más adelante haría su hija Siris. Es célebre el himno a Ninkasi en el que se esbozan varias tareas para la preparación de la cerveza. Aunque no es el único testimonio de estos quehaceres, ni tampoco el más pormenorizado, el poema es un cántico que venera el proceso de elaboración en sí mismo como tarea sublime y elevada.

Más adelante, el rey Hammurabi de Babilonia, promulgó un código de leyes que, aunque nunca llegó a ponerse en práctica, pretendía regular todos y cada uno de los aspectos de la vida cotidiana, cerveza incluida. El código incluye formas de elaboración, formas de servir la cerveza y describe más de 20 estilos, (ahí aparece la primera wheat). Además de dictar las normas, el código regulaba los castigos, que eran implacables. De ese modo, si una cervecera adulteraba su cerveza o cobraba de más, era forzada a tragar su cerveza hasta morir por asfixia. O si en una taberna se hablaba de política o algún tema subversivo, la tabernera era ejecutada. Y si a una sacerdotisa se le ocurría tomarse una pinta, era quemada viva en una pira. El texto es explícito en cuanto al género tanto de cerveceras como de taberneras, confirmando que la elaboración de cerveza era una tarea mayoritariamente destinada a mujeres.

Seguir leyendo Parte II: Egipto y Pueblos Nórdicos


Un poco sobre María Lozano Añino

Cervecera casera desde 2013. Cultivadora aficionada de lúpulo en tierra hostil. Madre, aparejadora y apasionada del papel de la mujer en la historia de la cerveza. Miembro de la ACCE y del desaparecido y sin embargo insigne club, Fuera de Estilo. Aficionada a la cerveza sin más certificación que la que da una barra.

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